lunes, 18 de abril de 2011

Aparece, empuña su belleza y la ciudad retrocede un instante... Yo la miro desde el fondo del oleaje del recuerdo de los besos que perdimos en combate. Saltábamos, canguros, de bar en bar, eran años chiflados. Napoleones que juraban lo injurable en la placita del barrio. Fueron tiempos deliciosos, yo sé, la vida te da y te come. Años de salir a revisar los bolsillos de la noche... Me decía: “usemos las estrellas de zaguán, ayudáme a ver el cielo”, al fin de cuentas todos somos causas perdidas, de la carne a los huesosY hoy ando acobardado de verla así, con esa niebla en los ojos hace rato que nadie pasa por acá, colega, ¿te podrás quedar un poco?Fueron tiempos deliciosos, yo sé, pero la vida te da y te come. Años de salir a derrapar por las piernas de la noche...  ¿Será mucho pedir que el pasado venga mejor vestido y golpee antes de entrar? Hoy la memoria es un río traicionero y sin orillas donde uno no debiera pescar… “Te pido, no te ofendas si beso así, con este invierno en los labios... Es que hace mucho que nadie pasa por acá, colega, ¿me querrás querer un rato?

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